Se han esgrimido muchos argumentos en contra de ellos, que trasmiten valores anticuados como ideas sexistas (la búsqueda incesante del Príncipe Azul) o valores materiales (conseguir ser princesa, riqueza y ascenso social a través del otro para ser feliz), pero lo cierto es que si despiertan el interés del niño, ¿por qué no los vamos a seguir contando?
Entonces, la pregunta que nos debemos hacer es otra: ¿por qué los cuentos tradicionales despiertan el interés del niño? Y, de la misma forma, ¿por qué llevan siglos siendo contados?
En general, los cuentos tienen un profundo valor simbólico y diversas interpretaciones, las cuales se desligan en múltiples capas de significado. Los niños se quedan en la más superficial, porque son pequeños y desconocen la complejidad del mundo todavía, y somos nosotros, los adultos, los que les asignamos esas interpretaciones elaboradas y complejas a ciertos argumentos. Este contenido simbólico les llega, aunque no se dan cuenta conscientemente, y cuando los niños piden que se les lea un cuento es porque, de alguna forma, ese cuento les da respuesta a una inquietud que ellos tienen, aunque sea de forma inconsciente. ¿Es justo para ellos, entonces, privarlos de su propio descubrimiento?
Y, nosotros, herederos de la televisión y del posmodernismo, no podemos olvidar el hecho de que la idea que tenemos en nuestro imaginario colectivo de estos cuentos es la versión edulcorada que la factoría Disney nos ha trasmitido. ¿Conocéis la versión original de la Sirenita?
Si habéis llegado hasta aquí es porque no queréis quedaros en Disney o en lecturas superfluas. Begoña Regueiro nos ha dado la respuesta a nuestros interrogantes.
En general, los cuentos describen situaciones simples, con una única trama, que es muy fácil de seguir por parte del niño y muestran sentimientos primarios que reconoce fácilmente (tristeza, alegría, miedo). En ellos, se distinguen claramente el bien y el mal, el bueno es el bueno y el malo es el malo; en estas historias los personajes no tienen esos recovecos que tenemos los adultos, por lo que es muy fácil que se identifiquen con el bueno, es decir, que ellos quieran ser los buenos, porque además son personajes mucho más atractivos para ellos. Y, por supuesto, tienen un final feliz: si somos buenas personas y luchamos contra las adversidades, vamos a tener una recompensa en la vida. Debemos mantener esta esperanza en sus corazoncitos, ¿no creéis?
Los cuentos de hadas o los cuentos tradicionales abordan los problemas internos de los seres humanos. Los cuentos tradicionales enfrentan al niño con los conflictos humanos básicos. Por ejemplo, transmiten a los niños que la lucha contra las dificultades de la vida es inevitable, es parte intrínseca de la existencia humana, y, sobre todo, que si uno se enfrenta a ellas, situaciones a menudo injustas, como la Cenicienta, consigue vencer los obstáculos y salir adelante en la vida. Es lo que hacían Los tres cerditos en su lucha contra el lobo o Hansel y Gretel, y fijaos, en este cuento los niños matan a la malvada bruja. Esto supone que el niño aprende que en la vida se va a enfrentar a dificultades, que va a tener que resolver por sí mismo y que si eres una mala persona vas a tener un castigo. Ningún niño ha sacado la moraleja de tener que ir matando brujas por ahí…
Otra de las enseñanzas de los cuentos es que en la vida nos vamos a sentir solos, una angustiosa sensación de desamparo que nos acompaña permanentemente, de ahí que muchas madres mueran en los cuentos o sean madres ausentes (la de Cenicienta, la de Bambi, la de Tarzán). Y a partir de ahí comienza una historia en solitario, que refleja el propio crecimiento de los niños, un camino hacia la independencia y en este camino formarán relaciones interpersonales con el otro que les harán escapar de esta angustia vital que es la soledad (¿lo llamamos amistad, matrimonio, pareja heterosexual, homosexual? Eso lo rellenará cada niño con su propia imaginación). La idea final que se les transmite es que aunque crezcan no van a estar solos. ¿No queréis decir esto vuestros pequeños?
Otro símbolo recurrente que aparece en estos cuentos es la idea del sueño: Blancanieves duerme, la Bella Durmiente duerme, porque simbolizan ese viaje interior que los adolescentes hacen antes de enfrentarse al mundo adulto y solo salen a él cuando están verdaderamente preparados. ¿A qué no conocéis cómo se despierta en el cuento original la Bella durmiente?
Estas y muchas otras ideas prácticas hemos aprendido esta semana, pero Begoña también nos ha traído teoría literaria sobre los cuentos. Os dejo esta imagen sobre libros de teoría de cuentos por si tenéis curiosidad y queréis seguir leyendo sobre el tema.
Begoña nos ha dado un último consejo: los cuentos no se explican, si les explicamos el porqué de un cuento de hadas, destruimos el encanto de la historia, la búsqueda personal de satisfacer una inquietud y quitamos a la historia el potencial para ayudar al niño a luchar el solo frente a las adversidades.
¡Mil gracias a Begoña por todo lo que nos ha enseñado!