Todos conocemos que la música activa más áreas del cerebro y que los cerebros de los músicos tienen sensibilidad hacia ciertos estímulos que a los demás se nos pasan desapercibidos. Si utilizamos la música con los bebés como un instrumento para aumentar sus conexiones neuronales, estaremos incentivando que los bebés alcancen todo su potencial en el desarrollo de sus primeros años de vida. Además, la música se puede usar como potenciadora de las habilidades lingüísticas. Música y lenguaje comparten áreas cerebrales, porque también comparten recursos, como el ritmo, la melodía, el tempo, etc. Y no solo las características formales, a través de la música también se puede interaccionar con los bebés y, por tanto, incentivar sus capacidades comunicativas.
Para conseguir todo ello, nos enseñó algunas prácticas que madres y padres pueden realizar con sus bebés. Por ejemplo, podéis cantarles nanas, utilizar la canción como un juego o como la introducción a algo placentero, usar las rimas o hablar con música, cantando. Y, por supuesto, dar rienda suelta a la imaginación bajo la improvisación musical. No os preocupéis “si cantáis mal”, a vuestros hijos les encanta vuestra voz y podéis desafinar con ellos todo lo que queráis. ¡Lo único que importa es la diversión y el vínculo! ¿Os animáis a una experiencia musical en familia?
Todos estos estímulos pueden ayudar al desarrollo del lenguaje, reforzar la identidad y la autoestima de los bebés y el reconocimiento de la identidad de sus padres. Además, les va a servir para activar el aparato respiratorio, fonador y resonador. Todos ellos necesarios para un correcto desarrollo del lenguaje. Por ejemplo, el uso de una flauta potenciará la fuerza del soplo, el control de la tensión de los órganos mandibulares, de forma que potenciará el uso de los órganos relacionados con el habla, especialmente necesarios si existe riesgo de trastorno. Además de un mayor desarrollo y sensibilidad auditiva.
Así nos recomendó el uso de instrumentos musicales reales con nuestros bebés y niños pequeños, que transmitan sonidos armónicos y reconocibles; no juguetes musicales. A la hora de elegirlos deben estar adaptados a la edad y tamaño de los bebés y nos recomienda instrumentos de pequeña percusión, panderos y panderetas, cortinas, campanas, carrillón, pianos, guitarras, ukeleles, armónicas, etc. En las imágenes podéis ver la infinidad de posibilidades!
Y cerró su charla con una recomendación final: “no pretendáis ser Mozart ni que vuestros hijos sean Beethoven”. ¡Muchas gracias, Helena, por un taller tan estimulante!